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TRANSCRITO DEL DIARIO ADN

El factor Cameron

Con ‘Titanic’ enterró una época y ha esperado más de una década para inaugurar la siguiente. ‘Avatar’ ha conseguido sobrevivir a sus propias expectativas y deja abierta la pregunta: ¿cuál es el secreto de James Cameron para reventar las taquillas?

    A los 15 años, en Kapuskasing, cerca de Ontario (Canadá), el joven Cameron tuvo una caída del caballo de esas que luego lucen en las biografías: fue a ver 2001. Odisea en el espacio, de Stanley Kubrick.
    La película le poseyó. No le interesaba el porqué ni el cuándo, sino el cómo. Iría a Hollywood y haría efectos especiales. Si hacía falta, dentro de una película.

    Fastforward y todo el mundo conoce el resultado de esa obsesión a día de hoy. Avatar es ya la segunda película más vista de la historia y en España ya es la que más ha recaudado. Y su único director a batir es... James Cameron, director de Titanic, todavía la película que más ha recaudado en el mundo, con 1.842 millones de euros.

    La marca Cameron
    ¿Qué tiene este canadiense virtualmente desconocido, que no se llama Spielberg, ni Scorsese, ni George Lucas, para haberse convertido en el director que ha llegado a definir la era?

    Pau Brunet, encargado de la web Boxoffice.es, que analiza las taquillas norteamericana y española, cree que sí puede hablarse de una "marca Cameron", aunque ésta no actúe de manera tan transversal como la "marca Spielberg". "Puede que mi madre, o las señoras de 50 y 60 años no sepan quién es James Cameron, pero sí atrae sobre todo a hombres menores de 40 por películas como Terminator y al público friqui que es ahora quien decide los taquillazos".

    Y Brunet apunta ahí una gran diferencia entre sus dos opus magna. Mientras Titanic se trataba de un producto catch-all, que podía atraer a prácticamente todos los públicos, Avatar parecía tener un target más limitado. Esto no le ha impedido enseñorearse de la taquilla, obligar a la mitad de los espectadores que la han visto a pagar 11 euros por su entrada en un cine 3-D (ahí radica la mitad del secreto de su boxoffice ) y, como señala también Brunet, llevar al cine justo a ese público que tiene fama de preferir la soledad de su habitación y la descarga a la sala de cine.

    "Están informados y saben que esta película hay que verla en el cine. Para mí se trata del primer 3D real. Titanic fue la última gran película del Hollywood en cartón-piedra y Avatar la primera del Hollywood digital. Y tenía que ser el mismo tipo el que la hiciera", apunta Brunet.

    12 años de expectación
    Los aficionados al cine empezaron a oír hablar de Avatar antes de que tuviera nombre, ha- ce una década. Que Cameron iba a por todas. Que estaba desarrollando su propia tecnología. Que iba a cambiar el cine para siempre. ¿Cómo resistirse a más de diez años de preliminares?

    Cameron y su maquinaria han perfeccionado la técnica del alud en cuanto a la expectación (la perfecta publicidad: sale gratis). Supo manejar las coordenadas del blockbuster de los ochenta en Terminator y ahora ha sabido adaptarse al nivel obsesivo de absorción de información de los geeks que han liderado las audiencias de Avatar. 

    Se trata de construir un acontecimiento que deja al que se lo pierde ajeno a la conversación global. El efecto podría magnificarse tras los Oscar, si Avatar consigue arrasar también en las alfombras rojas y se arrastra así a los segmentos de público que aún no se han dado por aludidos. Las "señoras de 50" alas que se refería Brunet.

    Explorada la tecnología y el marketing queda un relato, el de los Na'vis y los humanos. Una historia, por cierto, que no proviene de un cómic, un libro, un juguete u otra película que el público conociera de antemano, y que por tanto contradice la tónica de la década pasada, dominada por las sagas de Harry Potter y El señor de los anillos. 

    Aunque el Vaticano ha acusado a Avatar de panteísta y en Estados Unidos han detectado racismo -al contrario que Evo Morales, que ha visto reivindicados los derechos de los indígenas-,la película tiene la virtud de conectar con el zeitgeist pero sin ofender (vago ecologismo, mensajes antibelicistas). Y ese es otro ingrediente de la fórmula Cameron, el hombre del momento.

    EL APUNTE
    Los 'avatards', una especie peligrosa
    Pintan sus caras de azul, fantasean con mudarse a Pandora (aunque, por el momento habitan sobre todo en webs como naviblue.com) y, lo que es más importante para las arcas de James Cameron y la 20th Century Fox, ya han visto 'Avatar' en el cine hasta diez o 12 veces. Son los 'avatards', fanáticos y organizados. Que se lo digan al crítico de 'The Guardian' que ha recibido miles de insultos y emails ofensivos desde que se atrevió a publicar una reseña tibia de la película. Algunas webs tienen sus propios grupos de apoyo para aquellos que caen en la melancolía al darse cuenta de que nunca llegarán a Pandora.

    LOS EFECTOS
    La fiebre de los 'remakes' en 3D
    Recauda el doble, ahuyenta la piratería y ha devuelto a los jóvenes al cine. ¿Qué podría ser mejor? Hollywood cree haber encontrado en el 3D la respuesta a todos sus males y lo quiere en todas partes y a todas horas. George Lucas ya ha empezado a convertir el primer episodio de 'La guerra de las galaxias', de 1977. El proceso dura unos cuatro meses.
    Y desde que James Cameron (que ya ha 'convertido' su 'Titanic' para reestrenarla en 3D en 2011) y Peter Jackson se encontraron en la Comic Con de San Diego el pasado verano, la blogosfera hierve de rumores ante una posible versión 3D de 'El señor de los anillos'. La fiebre ha llegado al porno, con un inconveniente: instalarse la tecnología en casa cuesta 2.700 euros.

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