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EL CHICO QUE ERA UN EJEMPLO PARA TODOS, PERO QUE LE VEÍAN COMO A UN BICHO RARO

Hoy quiero hablar sobre aquel niño de 12 años que aparecía en Crónicas Marcianas dando auténticas lecciones sobre egiptología, filosofía y demás materias, y que dejaba tanto al mismo Javier Sardá como al cualquiera que le escuchara, absolutamente flipando en colores. Lo genial es que el chaval lo contaba de una manera muy comprensible, con verdadero conocimiento y pasión sobre lo que hablaba, que despertaba el interés de la gente.

Pues el niño, que se llama Carlos Blanco, lógicamente creció y hoy tiene 22 años. Ha sabido aprovechar muy bien estos últimos 10 años, ya que ha terminado tres carreras (Teología, Filosofía y Química), domina nueve idiomas (inglés, francés, alemán, italiano, portugués, latín, griego, hebréo, ruso...), ha escrito dos tesis doctorales, ha escrito un libro titulado "Mentes maravillosas que cambiaron la humanidad" y ha dado multitud de conferencias.

Carlos nació y vive en Coslada (Madrid) con sus padres, un administrativo y una ama de casa. Desde muy pequeño se le detectaron señales de una inteligencia más avanzada de lo normal que en los niños de su edad. De hecho su primera palabra, la pronunció con siete meses, y fue "Mamá". Se le realizaron las pruebas para valorar el coeficiente intelectual, dando como resultado 160, cuando el coeficiente de una persona normal ronda el 100. Entró en la Universidad con 12 años, y desde entonces, ha tenido la oportunidad de viajar y conocer muchas culturas. Por ejemplo, este año va a estar estudiando en la famosísima y prestigiosa Universidad de Harvard, gracias a una beca de investigación.

En lo personal demuestra una educación y unas maneras exquisitas, expresándose con precisión, claridad y atendiendo con interés a la conversación de su interlocutor. Además, es un hombre de unos valores y unas creencias muy claras y que lleva con estricta rigidez. Se considera muy católico y creyente, amante de la música clásica antigua y visitante muy habitual de museos y salas de arte y ciencia, además de un ávido lector de libros científicos y de filosofía, cosa que se nota al instante de hablar con él, por los constantes comentarios y citas referentes a libros y autores que incluye en su oratoria.

En su niñez y parte de su adolescencia optó por el aislamiento y la concentración en sus estudios y en lo que le gustaba (de pequeño se pasaba los recreos sólo, dando vueltas por el patio, y le gustaba leer los balances de La Bolsa y libros de historia), pero de unos años para acá, se ha esforzado por abrirse al mundo y compartir su sabiduría y sus conocimientos con todo el mundo.

A mi personalmente, es un chaval que me cae muy bien, porque aunque tiene una inteligencia superior a la media, no resulta pedante y relamido, sino que es afable y amable. Además, por suerte, no posee la maldad típica de los adolescentes de hoy en día, como todos esos "canis" descerebrados que nos invaden como si de una "inteligencia inferior" se tratara.

Esta claro que todos no podemos nacer superdotados y con un coeficiente de 160. Cada uno nace con unas aptitudes y unas actitudes determinadas (unos tienen facilidad para el deporte, otros para actividades artísticas...), pero si que podríamos tomar ejemplo de este chaval, no verle como a un "bicho raro" e intentar interesarnos un poco más por la lectura, la ciencia, la historia y demás materias, que explicadas con sencillez, con pasión y de una forma amena, como él hace, pueden resultar muy interesantes. Tomemos ejemplo de gente que realmente valga la pena y de la que podamos aprender algo bueno. Si toda la chavalería fuera tan sólo un cuarto de mitad como él, mejor nos iría a todos.


















Aquí una panda de "canis" subnormales, para comparar entre el saber estar de un tío que vale la pena... y esto.

1 Response to " "

Anónimo Says :
12:29 a. m.

Hola! Sólo quería decir que me ha encantado esta entrada. Yo también descubrí a aquel niño en crónicas marcianas y a día de hoy no se me ha olvidado su nombre.
Como tú bien cuentas, me impresionó su inmenso conocimiento sobre diversos temas y su manera de contarlos (daba gusto oírle!!).

Y por último me gustaría decir que ójala hubiera más "bichos raros" como él y menos "creidillos" que creen que se van comiendo el mundo.

Saludos, Erica.

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