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 TRANSCRITO DEL DIARIO "ADN"

'Twin Peaks'

"¡Yo maté a Laura Palmer!". Cuando la turbia imaginación de David Lynch se convierte en chiste de bar, algo extraño ha sucedido. Dos décadas después, el misterio sigue vivo y Laura muerta, pero la serie ha tenido muchos hijos.


"Era más majo que las pesetas". "Le gustaban mucho los perros". "Siempre se ofrecía para cuidar a mis nenes".

David Lynch, ávido y confeso recolector de extraños titulares de prensa, debió leer alguna de estas anodinas declaraciones de los diarios que suelen brindar los vecinos del asesino al que se la ido la mano.
Porque él hizo lo mismo, sólo que al revés: se sacó de la chistera a Laura Palmer. La chica más popular del instituto, que aparece muerta, envuelta en plástico y maquillada con purpurina, y que luego resulta tener demasiados secretos. Casi más que su asesino.

Twin Peaks quería hablar del dolor fantasma que dejó esa víctima. Lynch quizás pretendía que la gente se preguntara por los secretos de esa novia de América, pero, 20 años después de su estreno el 8 de abril de 1990, la pregunta sólo es una: ¿Quién mató a Laura Palmer?

Crecida en terrenos adversos
Esa serie fue como una orquídea en el panorama catódico en el que nació: como esas flores, creció en terrenos adversos y su longevidad ha quedado probada con su vigencia.

De hecho, parte del dinero lo puso Aaron Spelling -Vacaciones en el Mar, Dinastía y, ese mismo año, Sensación de vivir-. 

Lynch y Mark Frost habían trabajado en un guión basado en el libro Goddess, sobre la última semana de vida de Marilyn Monroe. El fantasma frágil de la actriz está presente en cada rasgo de ese personaje que brilla en su ausencia que es Laura Palmer. La otra referencia, con cita en el nombre de la protagonista, es la película Laura (Otto Preminger, 1944), en la que el detective que investiga la muerte de la protagonista queda prendado de ella a través de la fascinación de los que la conocieron.


Para todas las familias
Lynch logró triunfar con un engarce imposible. Por un lado, el costumbrismo más puro: el café humeante, las camareras que sacan la lengua por la comisura derecha mientras sirven sirope sobre las tortitas, la sala de juegos, el puticlub, las supersticiones y, claro, los personajes extremos que tiene todo pueblo: una mujer que acuna a un tronco, una lolita con jersey de angora y zapatos bicolores, un empresario ambicioso que no respeta la naturaleza y el malote con chupa de cuero y Harley.

Por el otro, la fantasía más extrema conectada con la literatura surrealista -Alicia en el país de las maravillas, siempre presente- y al terror psicológico con enanos que hablan al revés y monstruos que aparecen a los pies de la cama.

¿Cómo logró que todo eso, programado en franja de máxima audiencia y en una televisión generalista, atrajera desde el primer capítulo a una legión de fans -¡y desbancara a Cheers!-? 

Sofá intergeneracional
¿Cómo logró eso en el momento en que la televisión debía ser emitir productos que gustaran a todo un sofá intergeneracional: la abuela, el niño, los padres? ¿Cómo lo hizo antes de que los fans más fieles no pudieran intercambiar sus interpretaciones más dementes en foros de internet? La frase de Simons, creador de The Wire, "que se joda el espectador medio", no se cumple en este caso.

La explicación sólo se puede encontrar en el encanto. En esos momentos románticos en medio de la pesadilla o de baile justo antes del asesinato que son marca de la casa de Lynch. En eso, o en la necesidad del espectador de entender algo que se le escapa -lo mismo que sostiene a Perdidos, aunque el equipo de J.J. Abrams ha afirmado que cerrará el círculo y Lynch, un tipo que da ruedas de prensa acompañado de una vaca, se reiría si le pidieran tal cosa-.

Terciopelo rojo
Porque el director bebió también de él mismo como fuente: Twin Peaks es una especie del Lumberton de Terciopelo Azul. 

El punto de partida de la serie es ese cadáver y la llegada a un pueblo tranquilo, tanto, que parece haberse quedado rezagado en los cincuenta: jukebox, chicos a lo James Dean y chicas con coleta. Ahí llega el Agente Cooper (Kyle MacLachlan). Un detective del FBI atípico que se gana la confianza de los lugareños más extraños porque él mismo es un bondadoso perro verde: cree en el ocultismo y en el método tibetano para investigar.

A medida que conoce a los personajes del pueblo, como en la contemporánea Doctor en Alaska, descubre el reverso oscuro de su cordialidad. Un proceso de desenmascaramiento de esa localidad que corre en paralelo al de la difunta.

La música de Angelo Badalamenti, y las canciones de Julee Cruise -especialmente Falling- ayudaban a crear ese ambiente y esa niebla narrativa que favorecía el susto, la sorpresa y la maravilla.
Twin Peaks fue el punto de inflexión para que grandes directores hagan ahora televisión. Pero también fue pionera en cosas como el marketing: se editaron la autobiografía del Agente Cooper -escritas por el hermano de Mark Frost-, un cassette con sus conversaciones con la misteriosa Diana y el diario de Laura Palmer -firmado por la hija de Lynch-, se comercializaron las rosquillas y se filmó una (tremenda) precuela para cine.

Ya han pasado dos décadas desde su estreno y el caso de Laura Palmer sigue abierto.


LA PARADA DE LOS PERSONAJES

Gordon Cole
El propio Lynch se reservó un papel en la serie. Sordo como una tapia, el jefe de Agent Cooper hablaba a gritos hasta que se quedó prendado de la camarera más guapa: Shelly (Mädchen Amick). A ella la escucha a la perfección e incluso le roba un beso.

La mujer del leño
No hay nada que dé más miedo en Twin peaks que lo aparentemente inofensivo. El personaje de esta mujer que pasea por el pueblo muda y con un leño en brazos como si fuera un bebé es frute la apuesta: el productor de Eraser head no se creía que podía usar algo así.

El 'bajito'
Michael J. Anderson, conocido como el enano de la habitación roja, aprendió a caminar siendo adulto. Desde joven, perfeccionó su habilidad de hablar al revés. Sin embargo, Lynch acabó buscando el efecto en posproducción. Después aparecería en Carnivale.

Laura Palmer
Incialmente, la actriz Sheryl Lee sólo tenía que interpretar a un cadáver, pero impresionó tanto a Lynch y al guionista Mark Frost que obtuvo otro papel como la prima de Laura, Maddy. Más tarde, se la ha visto en Backbeat y en la serie Dirty Sexy Money.

Bob
Como Buñuel, Lynch metía chistes internos del rodaje. Un eléctrico del plató del rodaje entró en plano reflejado en un espejo. EL director, impresionado, lo convirtió en uno de los personajes clave. El humo negro de Perdidos sería una versión de esta presencia.







Leland Palmer
Empieza la ficción como un prohombre apreciado en la comunidad, tanto que el sheriff Harry S. Truman le deja en libertad pendiente de juicio. No es casualidad que el actor, Ray Wise, interpretase años después al diablo en la serie Reaper, de Kevin Smith.

INFLUENCIA

El antes y el después de la serie
Como a todo lo que hace David Lynch, a Twin Peaks se le pueden achacar todo tipo de padres y descendencia. La crítica ha citado a menudo la novela Peyton Place, de Grace Metalious como un antecedente. La autora protagonizó uno de los primeros éxitos crossover en los cincuenta con las bajas pasiones de un pueblo ficticio que más tarde saltó al cine y a la televisión. Blackie Booksla reedita ahora. En materia televisiva, quizá sólo La dimensión desconocida y la británica El detective cantante, de Dennis Potter, habían anticipado loquepodía dar de sí la televisión. Los espectadores que se obsesionaron con resolver el whodunnit de la serie (quién narices mató a Laura Palmer) seguramente hubieran tenido hoy bastante más paciencia, acostumbrados a las tramas de Perdidos. Ni ésta, ni True Blood (Alan Ball es fanirredento de Twin Peaks), ni The Kingdom, ni tantas otras seguramente existirían hoy de no haber sidosido por la fición de Lynch.

EN ESPAÑA

Laura Valenzuela y Garci son muy Lynch
A David Lynch le encantó seguro la respuesta española ante Twin Peaks y de qué modo se emitió. Laura Palmer compartía parrilla con las 'ma- machicho' en una cadena escorada al entretenimiento puro y duro. Telecinco optó por emitir los episodios de dos en dos, salvo el primero y el último. Y lo hizo en un horario privilegiado. La respuesta fue inmediata y se convirtió en un fenómeno. Tanto que Mädchen Amick, la actriz que interpreta a una de las camareras, se las vio con los presentadores de la época como Laura Valenzuela. José Luis Garci incluso presentó un especial.

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